El jueves pasado introducíamos el tema de la experiencia de Dios en las grandes religiones del mundo con una película llamada “Conversaciones con Dios”, en donde se recoge la experiencia de Dios en la vida del protagonista. Desafortunadamente no se pudo ver toda la película porque la mayoría de muchachos se portaron muy inquietos y no les gustó que esté subtitulada ni que sea en TV. Pero en este caso el tema no se perdió puesto que había elaborado un cuadro comparativo sobre las cinco grandes religiones del mundo en donde los estudiantes desde su lectura tenían que llenarlo.
En este jueves los estudiantes tuvieron su examen final en donde estuve acompañándoles solo. Siete de los estudiantes que siempre suelen distraer al grupo comenzaron hacer lo mismo y yo les advertía que desarrollen su evaluación en silencio. Después de varias advertencias les bajé puntos en su evaluación. Cuando llegó la profesora me acusaban gritando “hombre perfecto”, yo recibí sus críticas en silencio. Al final los llamamos a los estudiantes y a otro para que sirva de testigo, conversamos con ellos y logramos que preparen la próxima y última clase de manera dinámica en donde por medio de un juego-concurso se recoja lo esencial de lo aprendido.
En la materia de práctica pedagógica reflexionábamos sobre el perfil del profesor de ERE. Me recordaba de esto cuando se presentó estas situaciones en el salón de clase. Y sentía que lo que criticábamos en clase sobre las dificultades e incoherencias de la Conferencia Episcopal al dar le idoneidad del profesor de ERE, realmente es muy simple y casi disfuncional. La experiencia real nos da la razón. Confrontándome en mi práctica voy tomando conciencia de aquello que me falta para enriquecer mi perfil como docente de ERE. Me queda el reto de fortalecer mi idoneidad para una mejor aportación al aprendizaje de los estudiantes.